12 marzo 2010

SOLO UN SUEÑO


Un sueño me ha perturbado en la noche de ayer, que estaba llena de tranquilidad y de gozo, un sueño que me dejó atónito y la vez meditabundo, eran imágenes del pasado, eras momentos ya vividos, eran recuerdos pasajeros que creo nunca se borrarán de mi mente; un joven, una mujer, amor, pasión, y toda esa loca ilusión de la juventud, rondaban por mi mente, con imágenes dando vuelta sobre mi cabeza, como si quisieran darme algún mensaje, o tal vez invitándome a ingresar sin resistencia a ellos.
Recuerdo haberla visto con un vestido, como esos que usaba para ir a alguna fiesta o reunión, pero tenía un detalle resaltante, que resplandecía de tal modo que mis ojos se cegaron y creo que cualquiera se hubiera quedado perplejo del tal resaltante elegancia. Estábamos en medio de un inmenso parque, como aquellos parques de cuentos infantiles, por su misterio y belleza; en medio había una piscina, como haciendo alusión al día en que nos conocimos, claro aunque no le dirigí la palabra fue el día en que más recordábamos habernos conocido y llegarnos a gustar. Era una tarde como esas cuando el sol se compenetra con el mar y juguetean, con tal hermosura que brindan una tranquilidad insólita, era una tarde de color naranja llena de imaginación, llena de pasión, llena de amor; era una tarde que recopilaba los recuerdos de aquella relación, como animándonos a repetirlos, a volver a sentir ese fuego que brotaban nuestros cuerpos al unirse. Me miró a los ojos, con cierta ternura y desenfado, como tentándome a hablarle, o simplemente abrazarla, era un dilema para mi cuerpo, no sabía cómo reaccionar o qué decirle, era una pelea interna que tenía entre mi mente y mi cuerpo, o tal vez una afrenta entre mi alma y mi ser, que no llegaba a solucionarse hasta el momento en el cual ella dio el primer paso, se acercó con cierta cautela hacia mí, como cuando una fiera va a cazar una presa, queriéndola devorar hasta tragársela por completo; sus ojos llenos de ternura, comenzaron a ser invadidos por un torrente de lágrimas, sus manos trémulas llenas de ansias de brotar un abrazo, se acobardaron de hacerlo y de pronto me dio la espalda y se puso a contemplar la caída del sol, de esa tarde que ya se tornaba funesta, donde la ilusión se convirtió en desespero; esa tarde estaba dispuesto a ser obsecuente con ella, todo lo que ella hubiera pedido iba seguramente a ser concedido. Estuve silente por algunos segundos, y planificando una estrategia para romper ese hielo que se había interpuesto entre nosotros aquella tarde; con mucha sutileza le di un leve abrazo, cerrando los ojos para recordar las muchas veces en las cuales nos hemos abrazado hasta el cansancio, en mi mente destelló un mundo de ideas donde solo existíamos ella y yo, creo que ni el Olimpo fuera tan hermoso como ese mundo de recuerdos que aquella tarde me invadía por la mente, era tan sorprendente como escuchar una poesía de Becker declamada por él mismo, era algo inimaginable donde en algún momento se confundían todos los sentimientos que llevaba dentro mío, que se resistían a ser liberados. En ese entonces ella volvió a dirigirme la mirada, sonrió, me dijo que me había extrañado y que sus ansias de tenerme eran irremediables, y que lamentaba nuestra separación; yo solo atine a mirarla y llenar mi cuerpo de fuerzas para darle un fuerte abrazo, ella correspondió con mucha alegría y me abrazó igualmente, parecía que estuviéramos compenetrados, parecíamos un solo ser, un solo ente, dos almas unidas sin necesidad de separarse, era un reflejo de amor no visto en estos días, un amor que no existe y que nadie sentirá, éramos ella y yo otra vez unidos, inseparables, formando un eclipse al día y una luz en la noche; podríamos haber estado horas y horas abrazados sin necesidad de dirigirnos las palabras, porque nuestro lenguaje era a través de miradas, miradas que no tienen explicación, ni descripción alguna. Ella me miro por última vez y cerró sus ojos, para acercar su rostro al mío y sellar esa tarde de ilusión para convertirla en una realidad, mis labios estaban cerca de los suyos, respire profundamente para reproducir el beso, cerré los ojos y… Era un sueño, dios aún está disgustado conmigo, que no me quiere feliz; me mordí los labios recordando nuestro primer beso, prendí un cigarro y me puse a escuchar a Andrea Bocelli “bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez; bésame, bésame mucho, que tengo miedo perderte, perderte después”.
Esa noche no me quedaron ganas de dormir, y como quisiera que esta quimera de fantasías, se haga realidad por una última vez.

(LUIGUI)

1 comentario:

xaini dijo...

genial me parece uno de las mejores cronicas publicadas, pero para quien sera no? hah sigue asi luigui, estas que la haces mucho mejor. lindo