09 octubre 2009

TRAVESIA EN EL CASTILLO


Recorría el alcohol por mi cuerpo, mi mente se expandía a otra orbita, y respiraba con fuerte aliento. Decidí ir al lugar mas recóndito de este desierto, donde habita la princesa que alimenta mi cuerpo, la dichosa que me quita la estupidez con un simple beso, la que cuando arde de placer me vuelve preso; estaba parado frente a su puerta, donde todo dependía de mi (también de los litros de alcohol que tenia dentro de mi cuerpo), si ingresar y empezar una travesía, o retirarme y preguntarme algún día ¿qué seria lo que pasaría?....
Me recibió su lacayo (que por cierto estaba tan ebrio como yo), hasta el momento todo era perfecto, me encontré con la princesa -mi corazón latía en aumento- no dude ni un segundo en abrazarla y un espontáneo beso pausó el tiempo; todo no podía ser tan maravilloso, llegó el instante del juicio (este era el motivo por el cual dude al entrar), los guardias me tomaron del brazo y me llevaron a un supuesto altar, donde imaginaba maquiavélicamente que me iban a idolatrar, pero este era el lugar donde los padres de la princesa me querían pulverizar y destrozar completamente. Que irónica es la vida, o tal vez yo no la logro entender, pero los padres de la princesa, esa linda mujer, que tenia el don de la grandeza y el poder, eran dos horrendos ogros, que tenían el cerebro mas pequeño que una nuez; decidieron acercarse a mi –como dos perros hambrientos a un hueso, pero un hueso destinado a ser compartido- me miraban fijamente a los ojos, pero yo no me intimidaba, porque si bajaba la mirada de seguro me hubieran atacado con más agresividad,....., comenzaron a incriminarme por un delito que yo no había cometido (o que tal vez cometí, pero nunca me di cuenta), no dejaban defenderme, ¡estos ogros no se cansaban de hablar!...... mi desesperación se estaba comenzando a acrecentar y no sabia como salir de este problema, en algún instante pensé encararlos y refutar todos sus argumentos con mucha firmeza, o quizás sacar mi enorme espada y cortarles la lengua, para que así al fin queden en silencio..., pero no podía hacer esto, porque eran los padres de mi princesa; por eso mientras ellos hablaban sin detenerse, yo estaba ideando el plan perfecto; se me ocurrió que en lugar de encararlos, comportarme como un verdadero cobarde y enjugar mi rostro con unas lagrimas, ellos comenzaban a sentir pena por mi, mientras yo me sentía mejor que nunca, era el momento preciso para hablar de su “belleza”, así que no dude en halagarlos, diciéndole que eran seres que lucían una armonía perfecta y que quería ser algún día como ellos (claro que ni por ebrio que estaba lo decía en serio), estos ogros se sentían magníficos y comenzaron a hablar de sus “éxitos” – creo que les hubiera cortado la lengua, porque igual no paraban de hablar- pero yo no los escuchaba, solo quería salir de allí y celebrar con mucho mas alcohol la victoria al lado de mi hermosa princesa, que me esperaba muy ansiosa de tenerme al lado de ella, para complacernos..Ahora mas sobrio, me doy cuenta que por mas terrible sea el ogro que se te interponga en el camino, enamorarlo con su propio ego es la decisión mas atina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

q xongo!!! lo q scribs muelitas...